Es la zona más tradicional de baño del Puerto de la Cruz y centro del boom turístico que experimentó la ciudad en la década de los 60 del siglo XX.
También llamada La Barranquera, por ser la desembocadura del barranco de Martiánez, es una playa natural de arena negra volcánica, protegida en parte por una escollera artificial.
La denominación de este lugar emblemático de la ciudad es una derivación popular del nombre del propietario original de estos terrenos costeros: Martín Yanes.
En 1768 se construyó en medio de la playa la batería de San Carlos, que desapareció con el gran aluvión de 1826.
En 1769 se proyectó hacer aquí un gran puerto, pero la idea se frustró por la falta de ayuda institucional.
Entre 1912 y 1936 existió frente a la playa el ‘Thermal Palace’, un curioso centro de recreo promocionado por Guillermo y Gustavo Wildpret.
Era una edificio de madera desmontable dotado de un sinfín de instalaciones y servicios (comedor, sala de billares, gimnasio, biblioteca, salones de baños, canchas de tenis, croquet y bolos, algunas habitaciones y, ‘Petit Park’).
El salón de teatro, de estilo regio, tenía capacidad para 400 personas y estaba brillantemente decorado por el prestigioso acuarelista tinerfeño Francisco Bonnín.
El pueblo disfrutaba allí de actuaciones, funciones y torneos deportivos, sobre todo en las fiestas de San Juan y las del Gran Poder de Dios.
Ya desaparecido este importante centro de ocio, en los años 40 se crearon las antiguas piscinas de Martiánez bajo las ordenes del Mando Económico.
En la actualidad, en uno de los extremos del paseo que recorre la playa, está emplazado un busto en memoria de Isidoro Luz Carpenter, en cuya etapa como alcalde se produjo el gran despegue turístico del Puerto de la Cruz.